Turismo en Antártida: un ensayo sobre contrastes entre impacto ambiental, regulaciones vigentes y oportunidades para generar conciencia

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Aunque la Antártida se considera comúnmente un medio ambiente prístino, es una parte del mundo que ha sido visitada durante más de 200 años para la exploración, explotación de sus recursos, militarización, ciencia y, más recientemente, turismo. El flujo de turistas se ha incrementado significativamente desde sus inicios, alcanzando valores actuales que superan los 45.000 turistas anuales, presentando una marcada estacionalidad y una alta densidad espacial. Esta concentración espacio-temporal ha requerido, desde la IAATO y en línea con la normativa vigente dentro del Sistema del Tratado Antártico, una agenda proactiva con el desarrollo progresivo de la normativa operativa. Un factor que no se puede ignorar es que el turismo, asociado a los procesos climáticos actuales y su efecto sobre la biodiversidad y sus hábitats, puede exacerbar el impacto de la actividad turística. Otro aspecto, aunque no necesariamente circunscrito a él, es el potencial de introducción de especies exóticas al medio ambiente, incorporado a la agenda del Sistema del Tratado Antártico y tomado de manera proactiva por la industria a través del diseño de protocolos que requieran la implementación de estrictas medidas de bioseguridad. En contraste con los efectos negativos potenciales o reales sobre el medio ambiente antártico, vale la pena destacar el valor de los programas educativos implementados a bordo como una herramienta para transferir valores de conservación sobre la Antártida. El desafío para los organismos multilaterales es lograr un amplio conocimiento de la actividad turística, y desarrollar y perfeccionar las regulaciones que prevengan impactos que excedan la capacidad de resiliencia del medio ambiente y su fauna. Para la IAATO, el desafío será asegurar que sus miembros continúen desarrollando actividades dentro de un marco de regulaciones cada vez más sofisticadas destinadas a mejorar aún más el desempeño de las operaciones en tierra y mar, para minimizar el impacto del turismo en el medio ambiente antártico.

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