La comunidad internacional ha fallado en cumplir un número importante de compromisos y obligaciones para proteger la biodiversidad de los océanos en 2012 al no establecer las redes de Áreas Marinas Protegidas (AMPs), como se había acordado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los Estados volvieron a renovar su compromiso de establecer AMPs en la reunion de Río+20 en el documento final titulado “El futuro que queremos”. A la fecha, el impacto de la sobrepesca en la biodiversidad del medioambiente marino constituye una de las principales razones para la creación de reservas marinas en altamar. Dentro de un marco basado en el principio de precaución y el paradigma medioambiental, las AMPs (áreas donde la pesca no es permitida o reducida) pueden constituir un medio valioso no sólo para reducir las consecuencias de la pesquería, sino también para mitigar otros factores estresantes para el ecosistema – como ser la saturación de carbono de sodio, el cambio climático y la acidificación de los océanos. La Antártida ha evolucionado por miles de años sin la interferencia de población humana; algunas áreas, todavía sin o con muy poca intervención humana como ser el Mar de Ross o la Antártida Oriental, son además importantes porque permiten entender cómo los ecosistemas marinos reaccionan al cambio climático.