En octubre de 2014, las naciones miembros de la CCRVMA se reunieron para discutir la protección del Mar de Ross en la Antártida, una región conocida como “El Último Océano” por su gran valor ecológico y de conservación. En vez de crear un área marina protegida para preservarlo, las naciones decidieron continuar la pesca en el punto más remoto del océano. Buques pesqueros se aventuran en estas aguas extremas cubiertas de hielo, arriesgando vidas y daños al ecosistema sólo para capturar la preciada merluza negra antártica, el principal depredador del Océano Austral. Este enorme pez es también conocido como “oro blanco” por su increíble precio mundial con exponenciales demandas en aumento. Este excepción pez sobrevive al bordo de lo posible, adaptándose a las heladas aguas de la Antártida gracias a las proteínas anti-congelantes que se hallan en su sangre. Como todos los peces que viven en profundidad, viven muchos años, maduran tardíamente y crecen lentamente, haciéndolos todavía más vulnerables a la sobreexplotación. Los ejemplares más grandes han sido ya removidos del Mar del Ross, con potenciales consecuencias en todo el ecosistema. Mientras que el fin de esta pesquería no es políticamente posible, la designación de áreas marinas protegidas, que incluyen áreas de límites a la pesca, sería una herramienta concreta para asegurar que la merluza negra antártica y el ecosistema del Mar de Ross sea preservado para las futuras generaciones.